Obesidad, un problema con muchas causas
A diferencia de lo que muchos creen, la obesidad no es sólo el resultado de una alimentación desequilibrada. Existen muchos factores que pueden provocar su desarrollo y que, hoy por hoy, son objeto de múltiples estudios. El propósito de estas nuevas investigaciones consiste en entender mejor el fenómeno, su naturaleza y posibles causas, para combatirlo mediante estrategias realmente eficaces.
Inactividad física. En la actualidad, las actividades al aire libre han sido sustituidas por la televisión, la computadora y los videojuegos. Si antes los niños jugaban en calles y parques, hoy por hoy la tendencia es quedarse en casa y ocupar el tiempo libre frente a una pantalla. Por otra parte, los avances tecnológicos también han provocado el ahorro del esfuerzo físico que hace años se utilizaba en trabajar y transportarse. Este escenario ha generado una descompensación entre la energía que se consume y la que se “quema”, lo cual incrementa el riesgo de desarrollar obesidad.
Factores emocionales. De acuerdo a diversos estudios, el estado de ánimo juega un papel importante en el tema del sobrepeso. En efecto, los expertos han encontrado que el estrés, la depresión y la ansiedad pueden provocar un incremento en el consumo de calorías como un “consuelo” para el organismo, una manera de “llenar” vacíos emocionales y obtener la sensación de placer. Esta conducta puede provocar una descompensación calórica que, a su vez, eleva el peligro de sufrir obesidad.
Factores genéticos. El sobrepeso también puede ser el resultado de un desarreglo en el mapa genético del individuo. Al día de hoy se conocen hasta 420 genes directamente relacionados con el desarrollo de la obesidad. Como reguladores del apetito y la saciedad, malfuncionamiento en alguno de ellos podría dar origen a la obesidad, algo que también se presenta con aquellos genes encargados del metabolismo de la insulina y la inflamación del tejido adiposo.
Factores biológicos. Recientemente se ha descubierto una asociación entre el sobrepeso y un fallo en la actividad cerebral. En efecto, un cerebro sano es capaz de detectar el momento en que necesita energía para seguir funcionando correctamente. Cuando esto sucede, se dispara un mecanismo a partir del cual este órgano recaba dicha energía (calorías) a partir del resto del cuerpo, con lo cual garantiza su integridad y, al mismo tiempo, ayuda a mantener el peso. En sentido contrario, cuando el “tirón” del cerebro es deficiente, las calorías se acumulan progresivamente en el resto de las células y, peor todavía, la persona come más para cubrir sus necesidades cerebrales, a pesar de que su organismo ya se encuentra sobrado de energía, caso en el cual desarrollará sobrepeso e incluso obesidad.
Falta de sueño. “La epidemia de la obesidad ha surgido porque dormimos menos”, advierte la doctora Gema Frühbeck, investigadora de la Clínica de Navarra y actual presidenta de la Sociedad Europea para el Estudio de la Obesidad. Lo cierto es que dormir poco incrementa el riesgo de problemas metabólicos, así como el desarrollo de diabetes y obesidad. Como explica la experta, la falta de sueño se asocia a un desequilibrio de la grelina (hormona que favorece el apetito) y la leptina (que promueve la saciedad), lo cual genera una mayor predisposición a la obesidad. “Aquellas personas que intenten disminuir su peso, si tienen falta de sueño, tendrán también más dificultad”, anota.
Factores educativos. Resulta imperativo que las personas, sobre todo los padres de familia, se informen sobre lo que significa mantener una alimentación sana. Los buenos hábitos se aprenden fundamentalmente en casa y desde la infancia, más aún mediante un buen ejemplo. Lo cierto es que no es necesario privarse de nada: una dieta adecuada debe incluir todos los grupos de alimentos en las cantidades correctas. En efecto, es posible comer de todo, siempre y cuando se haga de manera equilibrada.
En conclusión, la obesidad puede aparecer en virtud de los más diversos factores, sean genéticos, orgánicos, conductuales o emocionales. De ahí la importancia de analizar cada caso en lo individual: de nada servirá que una persona lleve una dieta muy estricta o un programa de ejercicio extenuante cuando su sobrepeso es el resultado de un problema hormonal, por ejemplo. Conocer más sobre este tema es una tarea urgente; sólo de ese modo será posible contrarrestar la epidemia de obesidad que hoy afecta a gran parte del planeta.
Fuentes:
1. Physical Activity. World Health Organization. http://www.who.int/topics/physical_activity/en/
2. CR Elder, CM Gullion, KL Funk, LL DeBar, NM Lindberg and VJ Stevens. Impact of Sleep, Screen Time, Depression and Stress on Weight Change in the Intensive Weight Loss Phase of the LIFE study. Kaiser Permanent Center for Health Research, Portland, Oregon. International Journal of Obesity (2011) 1–7. www.nature.com/ijo
3. Emilio González Jiménez. Genes y obesidad: una relación causa-consecuencia. Revista de Endocrinología y Nutrición, junio 2011.
4. Achim Peters, Does Sugar Obesity Really Cause Obesity?, Frontiers in Neurogenetics, 13 enero 2012.
5. What are Sleep Deprivation and Deficiency? National Heart Lung and Blood Institute, 22 febrero 2012. http://www.nhlbi.nih.gov/health/health-topics/topics/sdd/
6. La epidemia de la obesidad surge porque dormimos menos. Entrevista con Gema Frühbeck. Diario El Mundo. 6 de julio 2012. http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/07/04/nutricion/1341423159.html
7. Mirmiran P., Mirbolooki M., Azizi F. Familial Clustering of Obesity and The Role of Nutrition, International Journal of Obesity and Related Metabolic Disorders, diciembre 2002.